viernes, 16 de octubre de 2009

Vasco de Quiroga y la utopía

Nacido en 1470 (otros dicen que en 1488) en Madrigal de las Altas Torres, Ávila.
Juez español destinado a la Segunda Audiencia de Nueva España de 1530. Obispo de Michoacán. La obra de Quiroga se inscribe en los proyectos utópicos para América. Estas utopías partían de las representaciones de la naturaleza indígena: docilidad, mansedumbre, humildad, carencia de codicia.




Podríamos decir que Quiroga, como Bartolomé de Las Casas, fue uno de los defensores de los indígenas. Pero, como dice Todorov en La Conquista de América, en las relaciones con el Otro, una cosa es la valoración y otra el conocimiento. Para Quiroga, los indios eran buenos y por ello había que defenderlos, pero este juicio positivo no se traduce en un reconocimiento del otro ni, mucho menos, en un reconocimiento de la igualdad del otro. Detrás de esa concepción del salvaje como bueno y sin maldad se encuentra en realidad la idea del hombre en estado de naturaleza (que tanto alimentará a Rousseau) y que proviene de la idea de un hombre no caído que todavía no salió del estado paradisíaco.
Trabajó como jurista en territorios africanos antes de ir a América, lo cual le dio experiencia en problemas jurídicos derivados de la conquista y del exceso de poder de los conquistadores.
En un tratado en donde se intentó resolver conflictos entre España y el rey de Trecén, aparecen ya algunas tendencias de lo que será el Derecho Internacional de Vittoria, en Salamanca.
Primera Audiencia: fundada para gobernar el imperio conquistado por Cortés. Desde 1527 se había caracterizado por su arbitrariedad, su codicia, su maltrato a los indios y sus imposiciones sobre los españoles. Esto desencadenó una serie de conflictos que terminaron en cartas enviadas a España informando de la situación. Se decidió entonces renovar a la Audiencia, de donde saldrá en nombramiento de Quiroga.
El 9 de enero de 1531 llega a México.
Para resolver los problemas con los indios, Quiroga, inspirado por Moro, fundará pueblos-hospitales en donde los indios pudieran estar protegidos y vivir independientemente. Las ventajas de estos pueblos hospitales era que los indios encontraran un medio material de subsistencia y que los recientemente convertidos no perdieran su fe por volver a los rituales anteriores.



En 1533 Quiroga llega a Michoacán, región ocupada por los purépechas, del antiguo imperio de Tarasco, enemigos de los aztecas y nunca conquistados por ellos.
En 1534 los españoles logran revocar la prohibición contra la esclavitud, y es entonces cuando Quiroga escribe Información en Derecho.
En 1548 vuelve a España tras los conflictos con un colono, Juan Infante, generados por la creación de uno de los pueblos-hospital. De 1548 a 1553 permanece en España.
En el debate Las Casas-Sepúlveda, Quiroga aparece como un defensor de la guerra contra los indios, si bien para su pacificación, no para su destrucción.
En 1554 regresa a México.

Problemas jurídicos de la conquista
Los problemas vinculados a la conquista española de América tienen una primera solución en las resoluciones papales acerca del derecho de la monarquía a conquistar y ocupar las tierras por la misión evangelizadora. Esta primera justificación descansaba en las bulas papales dadas por Alejandro VI a los reyes Católicos. Como esta justificación era endeble, en 1511 se llegó a una nueva justificación basada en la posesión casual de los indios sobre sus tierras, argumentando que éstos no tenían un orden civil propiamente hablando por carecer relaciones de propiedad.
Los futuros descubrimientos de México y Cuzco volvieron a poner en cuestión estos fundamentos. Francisco Vittoria será el encargado de proponer entonces una nueva justificación. Según el jurista español, los indios tenían derecho sobre sus tierras, pero eran como niños. Vittoria reconocía así la racionalidad indígena pero sólo de manera potencial, lo que los hacía incapaces de gobernarse libremente. La misión de España sería la de tutelarlos hasta que alcanzasen la mayoría de edad (se trata del mismo argumento que ingleses y franceses utilizarán durante el período colonialista europeo, y el mismo que, recientemente, utilizó Bush para justificar la invasión, la conquista y la ocupación de Irak)
La guerra contra los indios fue otro de los temas problemáticos de la época. La guerra se consideraba justa sólo si se daba dentro de ciertas condiciones: que fuera declarada por una autoridad competente, y no lo era quien tuviera algún beneficio de ella; que hubiera una causa justa, es decir, una culpa del enemigo; por último, para dar una recta reparación a algún perjuicio sufrido.
Quiroga centra su atención en el indio pobre, perteneciente a las clases más bajas, a un indio en donde las antiguas estructuras sociales verticales ya han sido borradas. Frente a las valoraciones de Cortés o Bernal Días del Castillo de la nobleza azteca, Quiroga buscará un indio que le sirva como estadio primitivo de la humanidad. El indio se encuentra, siguiendo la lógica de la infancia, en un estadio primero de la civilización, con lo cual es fácil de dominar y de adaptar a nuevas organizaciones sociales. Las características del indio, siguiendo y citando a Luciano, eran: igualdad, simplicidad, bondad, obediencia, humildad, fiestas, juegos, desnudez, placeres, etc. Producto de la abundancia de la naturaleza, los indios eran holgazanes y tenían tendencia a los placeres y la bebida, defecto que bajo la tutela del cristiano civilizado podían fácilmente corregirse.
Las metáforas para hablar del indio: cera blanda, niño a tutelar. Quiroga hacía de los indios precristianos susceptibles de aceptar la religión cristiana dócil y sumisamente. Como dice Todorov en La conquista de América, Quiroga comete el error del igualitarismo universal que hace del indio un igual al cristiano por su naturaleza, pero diferente por su cultura.



Carta al Consejo
Quiroga describe a los pueblos indios y repite la idea del desierto, de tierras baldías. Asimismo, frente a esta desolación, sólo el trabajo puede traer algo de virtud a la población indígena, puede sacar al indio de su pecado y del alcohol. Dice sobre la manera de vivir de los indios: "su manera de vivir es un caos y confusión, que no hay quien entienda sus cosas ni maneras, ni pueden ser puestos en orden ni policía de buenos Xpianos, ni estorbarles las borracheras e idolatrías ni otros malos ritos y costumbres que tienen, si no se tuviese manera de los reducir en orden y arte de pueblos muy concertados y ordenados, porque, como viven tan derramados sin orden ni concierto de pueblos, sino cada uno donde tiene su pobre pegujalejo de maíz, alrededor de sus casillas, por los campos, donde sin ser vistos ni sentidos pueden idolatrar y se emborrachar y hacer lo que quisieren, como se ha visto y ve cada día por experiencia."
A continuación explica cómo un individuo vuelve fácilmente a su naturaleza cuando abandona la educación cristiana. Entonces hablando de la conversión dice de los indios: "como esta gente no sepa tener resistencia en todo lo que se les manda y se quiera hacer de ellos y sean tan dóciles y actos natos para ser poder imprimir en ellos, andando buena diligencia, la doctrina Xpiana a lo cierto y verdadero, porque naturalmente tienen innata de humildad, obediencia y pobreza y pobreza del mundo y desnudez, andando descalzos con el cabello largo sin cosa alguna en la cabeza […] y en fin, sean como tabla rasa y cera muy blanda"

Información en derecho
El informe se hace luego de la real cédula de 1534 que restituía la esclavitud.
Quiroga, comenzando sus argumentos en contra de la esclavitud, cita del evangelio de Lucas (14, 15-24) el relato de la cena en donde los pobres concurren naturalmente, como metáfora de cómo hay que evangelizar. Los indios son descritos entonces como "pobrecillos maceoales", en oposición a los caciques y principales. La gente común del cristianismo, el pobre, es el indio en el que piensa Quiroga. Se trata precisamente del pobre sometido, del pueblo sumiso, en oposición a los nobles que tenían mucho que perder en la propia Conquista española. Los indios comunes entonces deberán amar a la religión.
El capítulo II comienza con una defensa de la prohibición de la esclavitud, de cómo la violencia y la codicia españolas provocan la violencia. Dentro de esta defensa, Quiroga argumenta que los indios que no han sido pacificados tienen una resistencia a los españoles sólo por el mal trato que éstos les han dado (p. 83). Quiroga argumenta una vez más que los indios sólo se defienden, que no tienen una naturaleza belicosa. Por el contrario, dice: "Yo creo cierto que aquesta de toda esta tierra y Nuevo Mundo, que casi toda es de una calidad muy mansa y humilde, tímida y obediente" (85).
En el capítulo III, sobre el Nuevo Mundo: "es lo Nuevo Mundo no porque se halló nuevo, sino porque es en gentes y en casi todo como fue aquél de la edad primera y de oro, que ya por nuestra malicia y gran codicia de nuestra nación ha venido a ser de hierro y peor"
Vuelve sobre la idea de la gente dócil y humilde, que por vivir esparcida y desparramada tiende a desaparecer. Necesitan entonces de un buen gobierno para que no caigan en la barbarie o naturaleza, para que se ayuden mutuamente y entren así en comunidad. Quiroga cita un pasaje bíblico en relación a la reunión de los pueblos separados por las lenguas a partir de Dios.
Una típica defensa del indio, denunciando el abuso de los españoles, a partir de una representación en falta de los mismos: "Pero para dejarlos así, mal ordenados y bárbaros y en vida salvaje y bestial, indoctados, derramados, insuficientes y no bastantes, y miserables y silvestres como están, siendo de sí docilísimos por naturaleza, y sobre todo no sólo quitarles lo suyo, pero repartirlos y hacerlos atajos de ellos como de otros ganados y animales irracionales, para los esquilmar hasta sacarles la sangre que no tienen ni pueden dar, y, en fin, hasta acabarlos como se hace, yo no sé cierto poder que baste entre cristianos"

REPRESENTACIONES: Primitivismo como niñez o inmadurez, sumisión, humildad, obediencia, pobreza, maleables, inmorales (pecado y alcoholismo), pobreza

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